Capítulo 2
El malhechor humano apretó el gatillo de su pistola blaster y el disparo fue directo hacia el consejero Kristan. Antes de que el consejero Kristan pudiera reaccionar y la descarga laser hiciera impacto en él, el humano de la larga trenza se interpuso en la trayectoria del disparo a una velocidad impropia de alguien de su raza, al tiempo que sacaba de sus ropas una especie de empuñadura de metal que en el acto emitió un haz de luz azul como el mar con el cuál desvió el disparo. “¡Un sable de luz!, ¡ese tipo es un jedi!” pensó Tweedo. Los asaltantes se quedaron paralizados durante un momento seguramente a que no esperaban la intervención de un jedi y mucho menos de dos jedis, ya que al mismo tiempo el kel dor que acompañaba al jedi desenfundo también un sable de luz mientras que a un gesto de su mano, varias mesas se apiñaron en frente del consejero Kristan y del neimoidiano de forma que les proporcionaba una cobertura provisional. El jedi humano le dirigió unas palabras al consejero en un tono tranquilo: “¡Consejero Kristan, pónganse a cubierto”!.
El consejero Kristan asintió con un movimiento al tiempo que instaba a su acompañante a que hiciera lo que les había pedido el jedi. Antes de que tuvieran tiempo de cubrirse, los malhechores empezaron a disparar contra ellos de forma repetida. La mayoría de los disparos eran desviados por los sables de luz que los jedis manejaban mediante unos ágiles movimientos. Pero Kristan y su compañero sacaron de sus ropas unas pistolas blaster de bolsillo con los cuales respondieron al fuego enemigo.
Mientras tanto Tweedo estaba ocupado en lo que más le gusta: conseguir créditos fácilmente.“Hoy es mi día de suerte” pensaba Tweedo mientras vaciaba la caja registradora de los preciados créditos, aunque no le servirían de mucho si alguno de los disparos descargados de los blasters le alcanzaban. Una vez vaciada la caja registradora, Tweedo decidió echar una rápida ojeada por encima de la barra. El consejero Kristan, el neimoidiano y los jedis mantenían sus posiciones mientras que los asaltantes habían aprovechado entre el intercambio de disparos para derribar algunas mesas cercanas y ocultado detrás de ellas en busca de cobertura ante el fuego enemigo. El gamorreano cogió con sus manos una de dichas mesas con ambas manos y se lanzó hacia el grupo enemigo con el propósito de embestirlos y penetrar su defensa. Kristan y el neimoidiano dispararon sobre el gamorreano pero la mesa que utilizaba como escudo recibió el impacto de los blasters mientras sus compañeros disparaban sobre los jedis para que no tuvieran ocasión detener la embestida. El gamorreano llegó hasta donde deseaba, arrojó la mesa sobre el resto de mesas que protegían, provocando una distracción momentánea de Kristan y el neimodiano; el tiempo preciso para que el gamorreano sacará su machete de la funda y se dispusiera a darle a Kristan un golpe letal pero no tuvo oportunidad de ejecutar su ataque. Tweedo, al observar la situación desde la barra desenfundo su propia pistola blaster y lanzó una descarga laser sobre el neimodiano, el cuál cayo inconsciente al suelo tras recibir el impacto del blaster sobre su pecho. Tweedo tras felicitarse a si mismo por su puntería, grito a los sorprendidos Kristan y neimoidiano a fin de que pudieran oírles a pesar de la lluvia de disparos.
- Tweedo: “¡Espero que se sienta lo bastante agradecido como para recompensarme por rescatarle de ese cerdo!”.
- Kristan: “¡Agradecemos vuestra ayuda!. ¡Esté seguro de que será recompensado por su acción en cuanto nos hayamos librado de esos tipos!”.
- Tweedo: “¡De acuerdo, lo haremos a su manera pero le saldrá mas caro!”.
El resto de malhechores, al ver la caída de su compañero ante otra intervención inesperada, intensificaron su fuego sobre el grupo. Uno de los disparos impacto al neimoidiano en la mano con la que empuñaba la pistola, viéndose obligado a soltar el arma mientras una mueca de dolor se formaba en su rostro y en su mano ennegrecida comenzaban a surgir am***s. Los malhechores estaban comenzando a tener ventaja pues el cansancio comenzaba a hacerse patente en los jedis. A pesar de que seguían desviando la mayor parte de los disparos, sus movimientos se volvían menos precisos a cada momento.
“¡Esto no va bien!.¡Debemos pensar en una solución y rápido!” pensaba Tweedo mientras se volvía a agachar bajo la barra después de un breve intercambio de disparos. Entonces al observar el interior de la cocina, encontró la solución al problema. Se deslizó hasta la cocina, guardo su arma un momento y cogió lo que parecía ser un pequeño tanque de combustión. Tras comprobar que el tanque aunque contenía combustible, volvió a deslizarse bajo la barra llevando consigo el tanque, volvió a sacar su arma y se dispuso a llevar a cabo su plan. Tras asomarse fugazmente por encima de la barra para asegurarse que los malhechores mantenían sus posiciones, lanzó el pequeño tanque de combustión directo a donde se encontraban los dos malhechores humanos y antes de que tuvieran tiempo de reaccionar Tweedo apuntó con su blaster directo al tanque y realizó un par de disparos. Uno de las descargas láser acertó en el tanque provocando que el combustible que contenía provocará una fuerte explosión que lanzó por los aires a los dos humanos mientras lanzaban gritos de pánico junto con su barricada. El malhechor rodiano al encontrarse cerca del lugar de la explosión quedo aturdido unos segundos pero fue el tiempo que necesito el jedi humano para ocuparse de él. Realizando un gesto con su mano, la mesa que protegía al rodiano se partió en dos trozos hacia adentro mientras el rodiano, sorprendido con la guardia baja, era lanzado hacia atrás bruscamente por una fuerza sobrenatural hasta estrellarse contra la pared a su espalda para luego desplomarse en el suelo sobre restos de la agrietada pared. Tras disiparse el humo resultante de la explosión, el grupo salió de sus improvisadas barricadas y se acercaron cautelosamente hacia sus atacantes. El cuerpo sin vida de uno de los malhechores humanos
había quedado reducido a una reducida masa de carne quemada y ennegrecida y cenizas, su compañero rodiano había perdido el conocimiento a causa de la tremenda fuerza del choque contra la pared pero aún estaba vivo. El otro malhechor humano a pesar de que hubiera recibido parte del impacto de la explosión, el miedo que experimentaba en ese momento le dio fuerzas suficientes para levantarse entre gestos de dolor y correr de forma tambaleante fuera del local mientras lanzaba gritos de terror y maldiciones sobre el grupo. Los cinco compañeros que quedaban en el local se miraron unos a otros y Tweedo asintiendo satisfactoriamente dijo:
Tweedo: “Bueno, creo que el peligró ha pasado”.