Capítulo 3
Kristan sopesó las palabras de Tweedo unos segundos antes de hablar.
Kristan: “Yo no comparto esa opinión. Uno de esos rufianes ha escapado y podría volver y de hacerlo es posible que vuelva con más compañeros y mejor preparados Sugiero que vayamos a un lugar donde podamos escondernos temporalmente y donde podamos hablar tranquilamente pues creo que todos tenemos algo que contar”.
Ante este último comentarios, el consejero Kristan lanzó una mirada de desaprobación en los dos jóvenes jedis que acababan de protegerlo momento antes.
Kristan: “Espero que seáis tan amable de acompañarnos y así poder recompensaros como es debido en un momento más propicio”.
Mientras inspeccionaba los cuerpos de sus atacantes en busca de algo de valor, Tweedo meditó un momento la situación. Podría intentar exigir al consejero Kristan que le recompensará en ese mismo momento, despedirse de él como un héroe y seguir con sus negocios en “la plaza de los comerciantes” tranquilamente, pero el seguir en compañía de este extraño grupo aunque podría convertirse en una aventura peligrosa, también podría ser una oportunidad de aumentar la recompensa prometida por el consejero; además estaban en compañía de dos jedis lo cuál aumentaba sus posibilidades de supervivencia siempre que se mantuvieran cerca de él. “¿Aventura peligrosa?, ¿Cuándo ha sido eso un problema para mí? pensó divertido mientras en sus labios se formaba una amplia sonrisa. Tras terminar de registrar los cuerpos y de robarles los pocos créditos que poseían además de un rifle blaster en buenas condiciones que se encontraba cerca de la entrada y que seguramente debió pertenecer al rufián humano que había escapado; Tweedo avanzó unos pasos hacia Kristan, el cuál esperaba una respuesta. Tweedo hizo una ligera reverencia al consejero mientras le daba la respuesta que esperaba.
Tweedo: “ Como deseís, mi lord”.
Tras guardar sus armas, el grupo abandonó tranquilamente en establecimiento. Al salir a la calle, vieron que se había formado un pequeño grupo de curiosos cerca de la entrada del bar y los miraban con interés. De entre el coro de curiosos vieron como alguien intentaba abrirse paso entre empujones y codazos. Enseguida Tweedo y los jedis se pusieron en guardia preparados a sacar sus armas pero Kristan se interpuso con un ademán de su brazo.
Kristan: “ No os preocupéis, viene conmigo” .
Cuando por fin el desconocido traspasó la barrera de gente, el resto del grupo pudo estudiar al recién llegado. Se trataba de un joven twi´lek el cuál iba ataviado con ropajes muy elegantes y dejaba poco que ver de su piel de un tono verde igual al de sus ojos y su respiración era entrecortada, seguramente debido al esfuerzo que acababa de realizar al pasar entre la muchedumbre. Al llegar junto a Kristan realizó una pequeña reverencia.
Joven twi´lek: “Mi lord, ¿os encontráis bien?.He acudido a vuestra llamada lo más rápido que me ha sido posible”.
Kristan: “ Me encuentro bien Yokyr. Gracias por tu interés ¿Has conseguido lo que te solicité?”.
Yokyr: “Si mi lord. Según sus instrucciones he obtenido un vehículo con capacidad suficiente para trasportarlo a sus acompañantes y a usted. Se lo he comprado a un grupo de jawas los cuales no estaban muy dispuestos a renunciar a él pero he podido convencerles”.
Kristan: “Buen trabajo Yokyr, guíanos hasta el vehículo. Debemos abandonar esta zona cuanto antes”.
Yokyr: “Si mi lord”.
Yokyr guió al grupo entre la muchedumbre, y tras unas palabras en su dialecto natal, la gente amontonada allí se hicieron a uno lado u otro lado dejando así una brecha en su formación por la cuál el grupo pudo pasar de forma segura. Una vez alejados del local y de las miradas de los curiosos, se dirigieron hacia el vehículo que se encontraba cerca de allí. Todos estudiaron el vehículo antes de subir en él mientras Yokyr subía en el puesto del piloto y lo ponía en marcha. Se trataba de un deslizador terrestre el cuál había sido modificado de forma que pudiera transporta un amplio número de pasajeros al de un deslizador común. En lugar de haber solo dos asientos, el deslizador contaba con tres asientos traseros además del asiento de piloto y dos asientos donde debía encontrarse el asiento del copiloto. Esta modificación sin embargo reducía en gran medida su capacidad de maniobra así su velocidad y aceleración. Una vez se hubieran acomodados todos en el deslizador, Yokyr accionó los mandos poniendo el deslizador en movimiento, dejando atrás los alrededores de “la plaza de los comerciantes”.
Yokyr: “¿ Hacia donde nos dirigimos mi lord?”.
Kristan: “Iremos a la zona en ruinas de la cuidad y buscaremos un lugar donde descansar”.
El neimoidiano le dijo unas palabras a Kristan en el dialecto de su raza y esté asintió levemente la cabeza al tiempo que decía “bien”.
Kristan: “ Hay una hotel abandonado cerca una vez lleguemos a la zona en ruinas. Nos esconderemos allí”.
Yokyr lanzo una fugaz mirada de preocupación a su señor pero asintió levemente.
Yokyr: “Si mi lord”.