Maestro y Aprendiz (Cap. 2)

MAESTRO Y APRENDIZ CAP. 2

Nota aclaratoria: Para recrear la orden sith que aquí en este relato expongo, me baso en la existencia del tal según la creo el antiguo caballero jedi y guerrero tusken A´sharad Hett, el cual se convirtió en caza recompensas y así ocultar su identidad como jedi frente a la orden 66. En una misión en korriban tras capturar a una presa, el holocron de la antigua sith Xoxan lo llamó y fue instruido en las artes sith. Paso tanto tiempo en korriban que perdió la noción del tiempo, y tras reaparecer Palpatine y Vader ya habían muerto, y decidió escapar a las regiones desconocidas y es allí donde fue capturado por los invasores vong y donde conoció al ser llamado Vergere, y le contó su secreto de recrear la orden sith como tal.

Tras escapar de los yuuzhan vong, regresó a korriban y creo la orden sith y la mantuvo en secreto, aunque a un alto precio, pues había sido infectado por las semillas vong, que infectaban su cuerpo consumiéndolo poco a poco, por lo que necesitaba largos tiempos en éxtasis para curarse, dejando su mandato sobre sus subordinados mas allegados, y haciendo caso omiso a la invasión vong en toda la galaxia, además de que Darth Caedus que antes fue Jacen Solo, junto con Lumiya, fueron como una especie de pararrayos para la orden sith alejando de ellos a la orden jedi y así evitar que les descubrieran hasta que se dieron a conocer en la época de Cade Skywalker, en la serie de Legado. Lo que yo relato aquí es la invasión de los vong en korriban, a pesar de que se creía desierta.

El valle de los señores sith se levantaba aun habiendo pasado milenios desde la ultima vez que alguien fuese enterrado allí, con esplendorosa majestuosidad, muchas entradas y recovecos del valle estaban medio derrumbados por las inclemencias del tiempo en Korriban, pues cuando no había tormenta de arena esta era de rayos, ciertamente era un lugar tenebroso y digno de los seores sith allí enterrados.

Tras un pequeño pórtico, dos seres encapuchados observaban con detenimiento, las naves que se acercaban a la superficie del planeta, no eran como las convencionales naves que por un lado u otro habían visto, estas eran como inmensas rocas, con tentáculos que se retraían y se movían como un pulpo.

- aprendiz, informa ahora mismo a Lord Lubanj de esta invasión, y a continuación a lord Kendell, rápido!!!.- dijo la figura mas alta mostrando un rostro serio y con los ojos rojos sith.

- si maestro Mazinguermaster.- dijo el aprendiz.

Tras introducirse de nuevo por el pequeño pórtico el aprendiz, el maestro sith que lo había mandado comenzó a caminar aun mas al exterior, haciendo que su capa ondease a causa del viento, mostrando dos sables a ambos lados de la cintura del sith. Una ráfaga un poco más fuerte hizo retroceder la capucha del sith mostrando una cara humana, con varios tatuajes sith saliendo por el cuello, y llegando al principio de su delgada  y roja cara. Su pelo era corto, y aunque el viento fluía fuerte, el maestro sith mantuvo impasible el rostro.

Poco después, tras un pequeño paseo donde no perdía de vista las naves que entraban en la orbita de Korriban, el maestro sith llego hasta un portón que daba a una antigua tumba custodiada por dos aprendices. Los cuales instintivamente se llevaron las manos a los sables, aunque sin desengancharlos.

- ahora mismo nadie puede molestar al puño Darth Kuro sama esta en meditación con los holocrones de la orden.- dijo uno de los vigilantes de la puerta.

Con un rápido movimiento de mano, formando una especie de garra, el aprendiz que había dicho eso, se llevo las manos a la garganta, con cara de asombro, y con otro movimiento de la mano izquierda, lanzo al otro aprendiz sobre una de las paredes, cayendo inconsciente.

- primero aprendiz, si no estas dispuesto a morir, no interfieras en el camino de alguien mas fuerte y poderoso que tu, y segundo, si no eres capaz de impedir que yo entre al mausoleo, es mejor que reconsideres tu sitio aquí en la orden, “aprendiz”.- dijo Mazinguermaster, y acto seguido soltó al joven aprendiz el cual volvía a respirar cayendo de rodillas sin levantar la mirada hacia el maestro sith que pasaba a su lado empujando las puertas del mausoleo.

El mausoleo se mostraba tétrico y oscuro, unos ojos rojos relucían por algún que otro rincón, mostrando al maestro sith que andaba tranquilamente por la estancia que los tuk´ata olisqueaban el olor del sith intentando ver si era una presa fácil. Dos tuk´ata avanzaban junto al maestro sith aunque separadas intentando ver algún fallo en su presa, la cual andaba como si no hubiese nadie, y tras un pequeño paseo las criaturas se colocaron sobre dos estatuas y cayeron sobre el sith.

Algo humeante quedo esa parte del pasillo un par de segundos después; una llamarada roja había salido de la mano del maestro sith y había decapitado a las dos confiadas criaturas tan rápidamente que las expresiones de los tuk´ata aun mantenían su ferocidad, pues no esperaban ese movimiento. El maestro sith solo hizo un movimiento mas tranquilo, el cual mientras andaba se llevaba el sable al costado izquierdo sin perturbar su rostro, tras varios pasillos mas llego a una gran sala y al final de ella, frente a un altar, se encontraba una figura tan oscura como el maestro sith.

Este se encontraba sentado con las piernas cruzadas y los ojos cerrados en posición de meditación, rodeado por varios holocrones piramidales, y tras unos segundos el maestro sith llego a su altura. El rostro del puño de la orden era sereno, era un hombre joven de pelo largo y castaño claro; una barba del mismo color bañaba su mentón y al igual que el maestro sith que había recién llegado, varios tatuajes sith bañaban parte de su cuello y  roja cara. Sus ropas eran simples y cómodas, unas mangas pegadas cubrían sus brazos y una pequeña túnica sin mangas con los filos en rojo su cuerpo, sus pantalones eran anchos, pero muy prácticos a la hora de la lucha, en la mesa del altar, estaba su capa también sin mangas y algo roída por el tiempo de Korriban. Al cabo de unos momentos el maestro Mazinguermaster le habló:

- ya están aquí, tal y como dijo nuestro señor Darth Krayt, e mandado informar a lord Kendell  y a Lord Lubanj.- dijo el maestro sith

- perfecto.- dijo Lord Kuro Sama abriendo los ojos de repente mostrando unas pupilas encendidas como dos bolas de plasma.

Su voz era fuerte y grave, y con solo susurrar algo podía hacer que los tuk´ata se echaran a temblar, pues emanaba tal poder oscuro que los animales no se atrevían ni a mirarlo ni mucho meno el pensar en atacarlo. Tranquilamente se levanto, y las auras que emanaban de los holocrones sith se fueron apagando poco a poco, fueron colocándose en uno huecos en la pared. Tomo del altar su capa y se la puso descubriendo en la mesa un sable láser doble, el cual había estado tapado por la capa, y tras colocarse la capucha alzo la mirada a su compañero sith.

- hasta que lord Krayt lo ordene, la orden no debe salir a la luz, debemos eliminar cualquier amenaza que se interponga en nuestro camino, vayamos al encuentro de Lord Lubanj y del bibliotecario Lord Kendell.

Salieron del mausoleo y se encontraron a los dos aprendices en la puerta, uno aun se masajeaba el cuello por el efecto del agarre de lord Mazinguermaster. Al verlos, se irguieron y mantuvieron la vista apartada de sus superiores, los cuales avanzaron sin ni siquiera percatarse en su presencia, hasta que el puño de la orden se detuvo y sin girarse dijo:

- Gatus, Cento, si ni siquiera sabéis diferenciar entre un simple aprendiz de sith y un maestro como es lord Mazinguermaster, será mejor que no estéis aquí cuando vuelva, pues no seré tan magnánimo como él, volved a la “academia sith” y comenzad vuestro entrenamiento de nuevo si sabéis lo que os conviene.- dijo el maestro sith

- Si Lord Kuro sama.- dijeron al unísono los dos aprendices.

Tras volver sobre los pasos que realizo antes lord Mazinguermaster, entraron por un portalón, los pasillos estaban oscuros, y todo lleno de telarañas, como si no hubiera pasado por allí ni un alma en al menos 2 milenios, pero aun así, se movían por estos como si los recorrieran todos los días, tras varias estancias con grandes estatuas donde se reflejaban escenas de batallas y tétricas criaturas a los pies de señores envueltos con grandes mantos y miradas que helarían la sangre a cualquier ser, llegaron a una gran estancia en la cual de fondo se podía ver una gran estatua del antiguo señor de los sith Marka Ragnos  y a los lados estatuas que representaban feroces criaturas que velaban por su señor y estatuas de consejeros que estarían en la otra vida con el señor sith. A los pies de la gran estatua del antiguo lord sith se hallaban dos seres, los cuales no se les podía ver muy bien por que la estancia era oscura y solo era iluminada por las antorchas que rodeaban las figuras de alrededor, y dos grandes piras a los lados de la gran estatua. Una de ellas era mas alta, al menos sacaba una cabeza al otro personaje, pero el mas pequeño, desprendía una maldad, solo igualada por la de Lord Kuro sama; se aproximaron hasta llegar a su altura a los pies de la escalinata de la gran estatua.

- Lord Kuro sama, Lord Lubanj me estaba poniendo al día sobre la información que nos ha dejado nuestro señor Lord Darth Krayt antes de entrar en éxtasis, sobre los invasores.- dijo Lord Kendell el bibliotecario de la orden sith, el cual, guardaba los holocrones sith que aun no habían sido destruidos o recatados por miembro de la orden jedi para que esa oscura información no cayera en malas manos.

Lord Kendell, un humano de gran tamaño, tatuado por todo el rojo cuerpo y sin pelo, dejando una pequeña trenza como único rastro de pelo, y su rostro estaba adornado por diversos piercings, y de su costado colgaba un sable láser doble; su atuendo resultaba familiar, pues era muy similar al usado por el antiguo sith Darth Maul. Era el nuevo bibliotecario, puesto que había adquirido tras matar a su antiguo maestro el anterior bibliotecario.

- perfecto, prepararemos un grupo de asalto, y veremos si son tan fuertes y poderosos como dicen los archivos de que nos dejo Lord Krayt.- dijo Lord Kuro Sama.

- Siento discrepar, Lord Kuro, pero deberíamos investigar algo mas sobre estos invasores, por lo que sabemos odian las maquinas, y aquí en Korriban solo queda una colonia minera que apenas subsiste, si no ha desaparecido ya, además tal y como es Korriban no pueden sacar recursos para los que ellos utilicen, y no es cobardía, lo que me impulsa, yo también quiero mantener la orden en secreto hasta que Lord Krayt nos diga que ha llegado el momento, pero debemos tener presente la base de la orden; una orden, un único sith.- dijo el consejero, Lord Lubanj.

- Cierto, y lo tengo en cuenta, pero nadie debe saber que estamos aquí, aun no y cuanto mas rápidos seamos mejor, preparad a los aprendices les daremos una oportunidad, que se dirijan a la colonia minera, y en cuanto ataquen la colonia los invasores veremos de que pasta están hechos; ¿de cuantos aprendices disponemos?.- dijo Lord Kuro Sama.

- En mi punto de vista también esta el enfrentarnos a ellos, pro deberíamos estar algo mas informados, yo propongo que les observemos y ataquemos luego.- dijo Lord Lubanj.

- Se que eres el sumo consejero de la orden Lord Lubanj, pero yo soy el puño de la orden, y debo velar por nuestro señor Darth Krayt, y aunque en algún momento tu hables por el, no eres él, y la regencia recae mas en mi que en vos Lord Lubanj.

Las miradas de ambos lores eran intensas y llenas de ira; la cuestión de poder en la orden siempre había sido la regla de los dos; la regla en la que hay un maestro y un aprendiz, ahora ese poder recaía en toda la orden, por y para el único sith, que era en lo que se habían convertido los sith, aunque en los sith siempre prevalecía el ansia de poder y de llegar a lo mas alto a cualquier precio, de hay que ambos se rivalizaran por el poder en esa semiausencia de Lord Krayt.

Después de llegar al acuerdo mutuo de observar y de enviar a un destacamento de aprendices una vez llegara el momento, casi todo el valle de los lores sith que era donde se escondía la orden en ese momento, parecía un hormiguero, se veían figuras negras andando y corriendo de recoveco en recoveco, y también observando las naves descendiendo sobre el planeta.