WORMHOLE. Cap.1

CAPITULO  1º

 

La estrella que iluminaba Coruscant aparecía de nuevo en todas partes, aunque la luz en el bosque de rascacielos resultaba tan habitual que la verdadera oscuridad era algo que sólo se hallaba en la profunda angostura de la ciudad. La cara oculta del planeta cuando era vista desde el cielo brillaba como adornos con formas bioluminiscentes.

Era el alba del día siguiente,  Eunice estaba plácida y sosegada aún recostada todavía en su cama.  Había dormido toda la noche sin despertarse después de semanas de insomnio. Sentía que la paz interior que había asimilado en el día anterior la reconfortaba.

Después de levantarse y asearse pensó que, posteriormente a su habitual dedicación matinal a la meditación y al autoconocimiento, pero antes de ayudar a su Maestro sobre el estudio bibliográfico y crítico de los escritos sobre la historia, fuentes y  autores de la historia Jedi, se pasaría por el holopanel de los enfrentamientos de entrenamiento con sable láser.

Era un día propicio para practicar algo más sobre su instrucción y su adiestramiento del sable. Miró el panel y efectivamente había varios combates, todos tenían su pareja de lucha exceptuando otro padawan. Eunice introdujo sus datos y se emparejó con él. El holopanel no indicaba los nombres de los jedis, sólo los rangos. El adversario sería una sorpresa.

La mañana pasó pronto. Después de despedirse respetuosamente de su estimado Maestro hasta la reunión del atardecer, se encaminó hacia la sala de entrenamiento.

En dicho recinto también empezaban el aprendizaje los nuevos younglins supervisados por un Maestro instructor, pero su horario había terminado. El resto de la jornada la sala estaba dedicaba a prácticas voluntarias de  padawans, caballeros y maestro Jedis.

Justo antes de entrar Eunice se cruzó con dos míticos jedis de la orden. Acababan de combatir, y aún todavía sudorosos y fatigados charlaban y bromeaban amigablemente. Uno de ellos se le quedó mirando a Eunice y posteriormente siguió su camino. Era el caballero jedi Mace Windu, que con sus aproximadamente 20 años tenía un gran futuro en la orden y estaba a punto de ser ascendido a Maestro. Mace tenía una  habilidad inusual y única de ver los puntos de ruptura en la Fuerza y cómo podían afectar todas sus acciones futuras. Iba acompañado de un maestro Jedi que le doblaba en edad, era Qui-Gon Jinn, el maestro rebelde. Cumplía siempre las órdenes del Consejo Jedi rigurosamente, menos cuando pensaba que el consejo estaba equivocado, en tal caso, seguía a su instinto. Sabio, poderoso, algo terco, pero muy inteligente,  siempre tomaba la decisión acertada.

Eunice entró en la estancia y enfrente de ella, en el otro extremo de la sala ya preparado con su sable de entrenamiento, se encontraba su rival. El recinto estaba silencioso, oyéndose sólo sus  pies desnudos al andar. Eunice se preparó y miró a su contrincante. Era el padawan  Ric Dok-ard.

“Que hay de nuevo Ric,”    Con voz de asombro  dijo Eunice  “¿qué casualidad?” A la vez que se colocaba una cinta en el pelo y desenganchaba la espada láser-  -El sable de entrenamiento tenía la intensidad limitada. Cualquier contacto o roce con su filo sólo podía producir una pequeña herida superficial o ligero rasguño-.

“nuestros destinos se vuelven a cruzar” recalcó la padawan.

Ric, algo más indiferente y serio, escuetamente opinó: “ Es el designio de la Fuerza” , y situándose en  posición neutral defensiva exclamó:  “¿preparada?”

Eunice asistió. “Siempre”,  y se colocó en posición de defensa con la punta de la hoja del sable láser apuntando lo más cerca posible del rival.

Mientras sentía el mutismo del recinto con el único sonido de los dos sables láser y la respiración de ambos contrincantes, Eunice pensó que la seriedad de su rival podía deberse a su concentración en la Fuerza. Y eso debería hacer ella también –pensó la padawan-. Necesitaba aglutinar esta energía para que fluyera a través de ella. Necesitaba sentir la Fuerza en el cristal del sable láser. Sentir ese incremento y que se fundiera con ella, necesitaba formar un vínculo con la Fuerza, y necesitaba que esta energía fluyera por el extraño prisma, como prolongación de su cuerpo, como un todo. Eunice y su sable todo uno. Necesitaba sujetar la empuñadura ligeramente con la punta de los dedos, moviendo sólo la muñeca y la mano, forzando lo menos posible los músculos del brazo; necesitaba el mínimo desgaste físico y la máxima concatenación cuerpo-sable.

Ric no se movía manteniendo su posición y esto hizo que Eunice se decidiera a realizar el primer movimiento.

Blandió el sable con movimiento oscilante en dirección a su rival.  Ric realizó un barrido vertical manteniendo su posición. Apenas se movió.

Realizó un Shum, vuelta de 360 grados de la espada de luz  empuñándola con una sola mano, para así ganar velocidad para un ataque, aunque Ric volvió a bloquearlo.

Ataque y contraataque, golpe y réplica. Pero la padawan se percató que con el mínimo esfuerzo Ric estaba avanzando, paso a paso en avance continuo, cortándole continuamente los ángulos de ataque, con barridos horizontales y verticales. Ric, su contrincante había ido especializándose y perfeccionándose en el estilo Shii-Cho. Es el estilo que aprendemos todos los iniciados -recapacitó-.

Eunice, debido a sus actividades habituales con los manuscritos de la historia  Jedi, se había decantado por otro tipo de forma. Su carácter más activo e impaciente, y su gran  potencial  de sentir y manipular la Fuerza la alentó al estudio de la forma Ataru. Pero necesitaba depurarla bastante más. Y hoy era el día apropiado.

Empezó a contrarrestar la defensa perfecta de Ric con movimientos de sable más rápidos, y a empezar a realizar cortes y evasiones en todas las direcciones. Necesitaba un pequeño error de su contrincante para obtener la victoria.

 Ric no atacaba, él mantenía su defensa, y mientras Eunice empezaba a sudar, él se mantenía frio y calculador.

Realizó varios Shums, acompañado de algún Jung, giro de 180º.  Necesitaba concentrarse más en la Fuerza,  unirse a ella para aumentar su agilidad y velocidad. 

Notó que Ric también empezaba a sudar, le hizo la técnica del empujón de la Fuerza, y fue efectiva. Ric fue lanzado hacia una de las paredes de la sala y parecía que el golpe le había dejado algo aturdido. Eunice sintió, a través de la Fuerza, el dolor corporal de Ric, y cómo este dolor desaparecía rápidamente.  Ric, como buen aprendiz de sanador Jedi había utilizado curación de la Fuerza. Vaya sorpresa- pensó la padawan-.

Ric nuevamente se puso en posición de defensa, pero con la punta del sable en la dirección de su rival. Eunice realizó un salto en su dirección y nuevamente ataque-defensa-evasión-golpe-contragolpe, y nuevamente tiempo muerto y preparados para vez volver a empezar, una y otra vez uno enfrente del otro. A ambos le caían las gotas de sudor, y empezaba a empaparles sus ropas, pero no desistían.

Durante bastantes minutos, los dos padawans siguieron lucharon imitando a los dos maestros jedis que acababan de salir de la sala.  Ric y Eunice estaban dando todo en el combate. Mientras ella atacaba, él rechazaba cada envite.

Ella intentó sorprenderle con un golpe de la Fuerza y una finta, pero su defensa era  impecable. De repente, con la ayuda de la Fuerza, ella realizó un salto hacia atrás girando todo el cuerpo, y al apoyarse en el suelo, nuevamente recurrió a la Fuerza para saltar hacía Ric, realizó una especie de Sai, salto con la ayuda de la Fuerza, con voltereta que produjo el contacto de ambos sables láser.

Eunice había realizado un Sun Djem destruyendo el sable del oponente y el combate había concluido.

Frente a frente, sudorosos, empapados y respirando ambos con dificultad, los dos dejaron caer sus armas- o lo que quedaban de ellas-. Tanta adrenalina los había dejado agotados. Algo magullados y con leves cortes ambos se desplomaron hacia el suelo.

“Felicidades Eunice” musitó Ric con una voz jovial pero entrecortada por el cansancio.

“En…horabuena Ric, felici…dades a tí también”  dijo Eunice extenuada y tumbada en el suelo, a la vez que extendía los brazos y cerraba los ojos.

Una vez que se recuperaron del esfuerzo del combate - con algo de ayuda de la Fuerza-, los dos padawans quedaron posteriormente para comer en  la cantina comunitaria del Templo. Eunice y Ric antes de la reunión clandestina del día anterior en los jardines Botánicos Skydome apenas se había visto, y por supuesto tampoco establecido conversación.  Los dos encuentros fortuitos en tan poco espacio de tiempo era una experiencia para ellos.

Después de ducharse y cambiarse de vestimenta en sus respectivas dependencias departieron una entretenida y amena velada complementada con suculentas raciones de comida energética típica del Templo.

Eunice le contó a Ric que el mundo contenido en este  edificio con forma de ziggurat  había sido, a todos los efectos y propósitos, su único mundo. Fue llevada con seis meses al  Templo y salvo la salida  ilegal de ayer, sólo conocía el mundo exterior por holomapas y videoimágenes tridimensionales. Ric también le confesó que fue llevado al Templo por su actual  mentor. Lo encontraron a la edad de dos años en un hospital de un planeta del centro galáctico y su evidente relación con la Fuerza le permitió ser llevado al Templo Jedi. Al igual que la mayoría de sus compañeros, carecía de recuerdos de otro sitio que no fueran estos enclaustrados pasillos  y cámaras, aunque Ric si  había visitado varios planeta con su Maestro en misiones de curación y  asistencia médica.

Una vez finalizada la tertulia ambos se despidieron y se dirigieron a sus respectivas  zonas de aprendizaje: los Archivos en la Biblioteca y  los salones de sanación de las dependencias de curación del Templo.

Eunice caminaba con  semblante risueño por un pasillo hacía su destino y, de repente se encontró de cara con su Maestro. La expresión de éste era dura, descompuesta y fría como el vacío interestelar. Con voz seria y tajante le dijo.

“padawan acompáñame a la Sala del Consejo Jedi. Los Maestros urgentemente requieren de tu presencia”.

 

 

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De raza kaseitana y sensible a la Fuerza, Redan Dicor era una Maestra Jedi recién ascendida hacía unos meses. De  constitución y apariencia humana, pero con el color de la piel más pálida, y con el cabello y los ojos rojos; era una alienígena de la galaxia. Como Caballera Jedi había intervenido como diplomática consular en distintos conflictos existentes en variados planetas. Sus resultados tuvieron  suerte desigual. Los acontecimientos  que estaban ocurriendo a nivel  de la galaxia le impedía mejores resultados.

Desde hace una década que la decadente Orden Jedi estaba hostigada por nuevas hordas de Siths que aparecían en cualquier planeta que se negara a sus pretensiones.  Masacraban los habitantes de aquellos mundos  opuestos a  sus intereses sometiendo después a sus reducidos supervivientes. El lado tenebroso  quería confirmarse definitivamente como predominio galáctico con su macabro y dictatorial régimen llamado por ellos mismos como la Unidad Estelar.

Pero aproximadamente hace menos de un año estándar, el  menguado remanente Jedi recibió el apoyo de otra facción de seres sensible a la Fuerza, que hacia decenas de generaciones que los mismos Jedis los renegaron y fueron llamados por ellos despectivamente como herejes.  Eran los renacidos Potentiums que hacia cientos de años estándar que de forma clandestina se habían establecido en mundos distantes del borde exterior, en donde desarrollaron y crearon  praxium estratégicos con innumerables seguidores.

Actualmente la Maestra Redan  se encontraba más a menudo Coruscant, ya que  pertenecía al grupo especial de Jedis protectores del Templo.  La custodia  la realizaba además de los miembros de la Orden, un grupo de Potentiums como apoyo complementario. La visión de entender la Fuerza difería  en ambas congregaciones pero el deseo de paz, libertad  y esperanza para todos los seres vivos del  universo galáctico era el mismo, y así con estos ideales y en  comunidad pretendían conseguirlo.

El Alto Consejo estaba algo reducido y sus miembros actuaban casi de incógnito. El antiguo Maestro de Redan, perteneciente al Alto Consejo llevaba meses en viajes a planetas recónditos  o encerrado en sus dependencias de la Gran biblioteca Jedi;  pero de todas formas ausente o desaparecido para cualquier otro Jedi, salvo que el propio Gran Maestro quisiera contactar con él; y ese no era el caso de Redan hasta este momento. 

En una de sus misiones, en el planeta Ansion hace dos años estándar,  Redan vio por primera vez a Morta Marek.

Se había recibido una notificación por comunicación confidencial al Templo Jedi, no muy fiable, pero de importancia, de la presencia de una asesina Sith en el planeta Ansion.

Este mundo se había convertido en un centro de bandas contrabandistas. Las tribus nómada supervivientes de la antigua invasión de los alienígenas yuuzhan vong, hace cientos de años, estaban siendo sometidas por nuevos invasores para el control de la riqueza del planeta. Ansion era uno de los pocos mundos con abundante y diversa  materia primas en alimentos, era la despensa y uno de los graneros de la galaxia. La prolongada guerra había dejado muchos planetas sin este recurso necesario para la supervivencia de sus habitantes. El planeta no disponía de industria pesada, pero si la suficiente para explotar estos recursos básicos.

Los grupos de contrabandistas, despiadados e inhumanos, se movían libremente. Las tribus nativas humilladas y dominadas eran tratadas como esclavas. Los varios asesinatos cometidos por la Sith descubierta en Ansion  habían sido a seres despreciables como estos.

Redan, todavía Caballera Jedi con 31 años estándar,  iba acompañada por un experimentado, pero de avanzada edad,  Maestro Jedi Twi’lek. Llegaron al amanecer al  planeta en un pequeño crucero de 3 plazas de la flotilla del Templo Jedi.

Efectivamente, el planeta estaba dominado por la corrupción  de sus altos mandatarios que permitían la anarquía reinante. Los Jedis haciendo uso de la técnica de ocultamiento de la Fuerza procuraron pasar desapercibidos y después de breves indagaciones su misión dio resultado. Pronto se encontraron con la asesina Sith. Era una joven con una concentración del poder oscuro inmenso. Después de un prolongado combate de dos contra una, pudieron reducirla y quitarle un brazalete que tenía colocado en su brazo derecho. Este artilugio de magia Sith le controlaba la mente influyéndole pensamientos del lado oscuro de forma ruin y maliciosa, haciendo que la joven actuara sin voluntad propia consciente de sus actuaciones pero incapaz de controlarlas. Dominada por el poder tenebroso del brazalete la joven actuaba sin piedad bajo las premisas del odio y la ira del ideal sith.

En el enfrentamiento no hubo heridas de consideración entre los contrincantes, pero al separarle el brazalete a la Sith y destruirlo, está se desvaneció y perdió el conocimiento. Su aura de oscuridad había desaparecido.

De vuelta hacia la nave, los Jedis percibieron una potente alteración en la Fuerza. Una anormalidad de energía oscura: existía otro Sith en el planeta, y aún era más poderoso. La regla de dos de Darth Bane había desparecido hacía tiempo, pero como mínimo siempre había dos Sith.; y este era seguramente el Maestro. Además la existencia del brazalete indicaba que posiblemente fuera un hechicero Sith que controlaba el poder  oscuro de dicho objeto.

El Maestro Jedi decidió ir sólo para hacerle frente,  y mientras, le encomendó a Redan llevar a la inconciente sith a la nave para someterla a un tratamiento de reanimación y recuperación y después confinarla  en un compartimento para interrogarla posteriormente en el Templo Jedi.

Redan ya en la aeronave percibió a través de la Fuerza dolor  y un aumento de la energía siniestra y perversa que iba creciendo exponencialmente. Era un  Lord Sith de raza Codru-Ji  que se aproximaba. Este humanoide de cuatro brazos tenía en una de sus manos activado, con su haz de luz de tono azul, el sable del Jedi Twi’lek.

Redan intuyó que era un rival superior a ella  y que no volvería a ver más al Maestro, así que apresurada activo los motores de la nave y abandonó el planeta rumbo a Coruscant.

El pequeño crucero salió del hiperespacio. Ya con la visión del planeta-ciudad y navegando con velocidad subluz la Jedi activó el código de entrada de la red de defensa orbital. Desde el comienzo de la guerra los accesos al planeta estaban muy controlados.

Tomó rumbo a las antípodas del Templo. Necesitaba interrogar y hablar en persona con la Sith. Necesitaba información privilegiada  antes de entregarla a la intendencia de seguridad Jedi.

Era de noche, y Coruscant se divisaba como una ampliación concentrada de la galaxia con infinitas luces brillando desde billones de ventanas en millones de edificios que se alzaban kilómetros hacia el cielo, con sus luces de navegación, sus anuncios y el continuo fluir de luces de deslizadores que recorrían las pistas elevadas con un fluido  tráfico que parecían serpenteantes ríos luminiscentes.

A Redan no se le quitaba de su mente la visión de muerte y odio del Lord Sith que acaba de eludir.  No entendía ese estado. Era el mismo que tenía su adolescente acompañante en el combate en Ansion, pero una sensación que despareció en ella al quitarle  el talismán Sith en forma de brazalete que tenía ajustado en su brazo. Desde ese momento y durante su viaje  a Coruscant  esa nube de oscuridad de la Fuerza se había convertido en una brillante  claridad que le recordaba a Redan sus días juveniles en el Templo Jedi, cuando la Fuerza era pura, limpia y perfecta. Es como si la oscuridad se hubiera retirado y se hubiera enroscado sobre sí  misma para desaparecer  y triunfar la claridad, para prevalecer el completo poder de lo resplandeciente. Para Redan sólo era una sensación, y sabiendo que su halo de espiritualidad hacía la luz no llegaba a tanta pureza, intuyó que alguien más a su lado merecía un voto de confianza.  No quería oponerse a las consignas del consejo de la orden Jedi, pero desde que era  una youngling, había estado cuidada y atendida en el Templo, protegida de todo contacto directo con la escoria de la galaxia; algo irónico, ya que se suponía que los Jedis protegían todo tipo de seres y civilizaciones, incluyendo aquellas que pudieran considerarse como intocables o influidas por la oscuridad. Pero este no era el caso, su acompañante no se había redimido. Su compañera de viaje representaba simplemente el ideal que tenía Redan sobre la Fuerza.

         <<La oscuridad es generosa, y es paciente, y siempre gana…,

          …, pero en el corazón de su fuerza reside su debilidad: una sola vela basta para mantenerla a raya.

         El amor es algo más que una vela.

         El amor puede encender  las estrellas.>>

 

El deseó de todo Jedi: la joven era la vela y el amor que la hacía brillar.

 

continuará con el capítulo 2º ………..